A los siete años, ya se vislumbraban en Oscar Zimmermann las ganas de reír y de hacer reír. Aún no experimentaba el escenario pero era centro de atención innato.
Un par de años después se dirigió por primera vez a un público masivo; la reacción del público, cuando este niño serio y de elegante vocablo hablaba, fue una tormenta de carcajadas. Como si en su carta astral estuviese escrito que él nació para provocar la risa.
Su vocación artística, en primera instancia, fue la música -luego lo fue el teatro-, y, guiado por su inquietud, derivó en el saxo, instrumento que hasta el día de hoy lo acompaña. El teatro llegó justo después del golpe del 73’, dejó el Colegio Experimental Dario Salas, debido a la intervención militar, y pasó a formar parte de un grupo de teatro de jóvenes, donde comenzó a desarrollar la improvisación, en un refugio sin tanques ni balas.
Pero este Chile de uniforme verde y toques de queda no le apetecía, tampoco a sus amigos que poco a poco iban emigrando a diferentes países y continentes. Y así, ya con veintiún años, en 1976, decide viajar a Europa. Su destino: Londres – Roma – Madrid. Allí, en el último país mencionado, conoció a Andrés del Bosque, y a su hermano, Hernán, con quienes una vez de regreso –luego de tres años de arduo trabajo y un sinfín de aventuras- formó la primera compañía chilena de teatro relacionada a los payasos y al arte circense, “Teatro Circo”.

1991 • «Show de payasos» aprendiendo de la tradición.

1983 • Debut del Teatrocirco en Chile.

El debut fue en el 83’ con la obra “Por arte de birlibirloque”, arte de encantamiento, de magia, basada en tres farsas españolas. Diez años después eran payasos reconocidos: inauguraron el Festival Internacional de Teatro ITI 1993 y fueron invitados con la rutina “Los Pasos” al circo del Tony Caluga, aprovechando dicha ocasión para profundizar en la vida y arte del famosísimo payaso chileno.
Posteriormente, el dramaturgo Andrés del Bosque escribió la obra: “Las siete vidas del Tony Caluga”, en la cual participo Oscar Zimmermann en el rol principal del Tony Caluga. El montaje ganó el Fondart 1994, el premio APES y de la crítica especializada en Santiago y Valparaíso como la mejor obra del año.
A pesar del reconocimiento, el honor y la responsabilidad, la vida, durante esos dos años de funciones por todo Chile, fue difícil. Y en esas condiciones surgió en Óscar Zimmermann el verdadero clown. El que no viene sólo de la risa, sino que también del llanto. Fueron años de dolor, de amor, de vida y de muerte. La madre de Zimmermann murió en un incendio y quince días después nació su primer y único hijo.